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Desde Matanzas, la Atenas de Cuba

La pelota en Cuba es Industriales, y lo demás es área verde

Por Yirmara Torres Hernández

Particularmente no tengo nada en contra de los jugadores de Industriales. Considero que son un buen equipo, y que con una acertada dirección podrían reconquistar el título en la Serie Nacional, a pesar del débil pitcheo con que se presentaron en esta edición 51.

Pero los Industriales no me gustan. Es verdad que tienen el uniforme más bonito y vistoso, que lucen bien sobre el terreno, pero es su actitud arrogante lo que me produce rechazo.

Ni cuando por más de 20 años dejé de irle a mi equipo de Matanzas, hasta el punto de no ver más juegos que los de la final o los partidos internacionales, me dio por seguir a Industriales.

En ese tiempo incluyo los cinco años de estudios universitarios en La Habana, en un aula en la que solo habíamos tres guajiras y 10 habaneros industrialistas hasta la médula. Entre ellos Joel García y Luis López Viera, fanáticos del béisbol, y hoy periodistas especializados en deporte; de Trabajadores el primero y de Juventud Rebelde, el segundo.

Yo le iba a Pinar del Río, el equipo de mi mamá, que es de Mantua; a Villa Clara o a Santiago, que me simpatizan por sus jugadores y por la calidad que han mantenido con el paso de los años dentro de las series nacionales.

Pero eso sí. Siempre en contra de Industriales, y remordida cuando lograban la corona, y todos los titulares eran para ellos.

Mi repulsión a Industriales tiene dos razones, y ninguna de ellas es la envidia, como ya deben estar imaginando. La primera tiene que ver con el tratamiento diferenciado que le dan los comentaristas nacionales de la televisión, la radio y la prensa escrita.

Industriales, hasta cuando pierde, tiene buena prensa. En los últimos encuentros, cuando estaban por enfrentarse Matanzas e Industriales, vendieron el juego como el más esperado de la serie. El juego era, en verdad, uno de los más esperados, pero solo era el más esperado para los habaneros.

Para los matanceros fue tan o más esperado el enfrentamiento con Villa Clara, porque implicaba que Víctor Mesa, el hombre que ha armado, unido y levantado al equipo local, se enfrentara a su equipo original, con el que jugó y al que dirigió; contra el equipo cuyo color de uniforme le dio parte del sobrenombre con el cual lo conocemos: la explosión naranja.

Pero eso no es todo. Tele Rebelde, atinadamente, presenta de manera atractiva con imágenes y un sobrenombre las subseries, de acuerdo a la posición en la que se encuentran los equipos. Desde que Industriales comenzó a subir en Occidente, Matanzas dejó de ser en esas presentaciones “el primer lugar de occidente”, y comenzó a llamarse “la revelación de occidente”.  

En la narración de los juegos, los comentaristas, en una situación que considero de humanos, no pueden negar su posición parcializada, la admiración que sienten por algunos jugadores, ni la emoción cuando industriales acierta aunque sea solo al dar un ponche o atrapar un fly.

Pero hay más. Antes de comenzar la subserie, cuando mencionaban a Matanzas e Industriales como los equipos más ganadores de la serie, ambos con 24 ganados, jamás le ponían la coletilla, de que Industriales tenía 3 más perdidos que Matanzas. O sea, que Matanzas seguía siendo, por una subserie completa, el más ganador.

Hay muchos ejemplos que guardo, de las diferencias en el seguimiento mediático nacional cuando gana un equipo “de provincia” a cuando gana Industriales, pero sería harto cansón mencionarlos, y podría herir sensibilidades. Con esto, simplemente creo, hay que tener más cuidado, porque puede resultar contraprudecente. Un tratamiento parcializado en medio locales es permitido y hasta alabado, pero en medios nacionales (aunque su sede sea en la capital) es mal visto y rechazado.

La otra razón por la que jamás le he ido, ni le iré a Industriales (aunque un día viva en La Habana) es por la actitud de sus jugadores, quienes no dudo, en el ámbito personal, puedan ser gente maravillosa.

Pero es esa pose un poco arrogante, ese mirar sobre el hombro al contrario y las burlas lo que me hace rechazar su juego. Yo sé que no está en ellos. Son habaneros, y los habaneros caminan diferente, hablan comiéndose las s y como buenos cubanos son alardosos.

Pero a mí me gusta la gente humilde, que jueguen para divertirse, que dejen el alma en el terreno y que más que perfectas jugadas de peloteros de nivel internacional, hagan jugadas de valientes, que den el espectáculo que merece la gente que gasta su tiempo en ir a un estadio o en quedarse cuatro horas frente al televisor

El juego de Industriales es demasiado sereno y seguro para mi gusto. Además, cuando juegan transmiten, por lo menos esa es la impresión que me llevo, ese sentimiento de superioridad que albergan siempre quienes habitan en la capitales nacionales, y que en esta isla se resume en la frase de “Cuba es La Habana, y lo demás es área verde”.

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