En aras de una quimera posible
Por Alina Guede Rojas
Más que nunca antes, la mil veces heroica generación del centenario demostró su coraje aquella histórica madrugada del 26 de julio de 1953, cuando un grupo de valientes jóvenes tomaron por asalto en el oriente de la Isla la segunda fortaleza militar más importante de Cuba, --el cuartel Moncada— y el Carlos Manuel de Céspedes, importantes bastiones militares del régimen dictatorial de Fulgencio Batista, que ejercía el poder en Cuba.
Propósito de la temeraria gesta, era conmover la conciencia nacional ante la realidad de injusticia social que padecía el país, y obtener armas para emprender la ofensiva insurreccional por la soberanía que llevaría posteriormente a la transformación de la lamentable situación económica, política y social del país.
El intento, aunque fallido y sangriento, estremeció a la nación cubana y propició la continuidad de la lucha armada emprendida por los mambises a través de nuevos derroteros que condujeron al desembarco del Granma, el levantamiento del 30 de noviembre, las luchas clandestina y guerrillera de la Sierra Maestra y finalmente, al triunfo del primero de enero.
Han transcurrido 56 años, cada uno de ellos pletóricos de coraje y de capacidad de resistencia activa y creadora a toda prueba. Los sueños de la generación del centenario se convirtieron en la realidad de millones de cubanos, enfrascados todos en la construcción de nuevas y mayores metas, en la construcción de un mundo mejor.
La hazaña de los héroes y mártires de aquella gloriosa gesta no solo debe ser recordada, ha de ser un homenaje eterno de fidelidad a quienes dejaron sus preciosas vidas en aras de una quimera posible.
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