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Desde Matanzas, la Atenas de Cuba

115 años de dignidad

Por: Alina Guede Rojas

Convocado por José Martí, el 24 de febrero de 1895 los cubanos se lanzaron a la  manigua para alcanzar la ansiada  independencia del yugo español.  

Enfrentado a las frustraciones que dejó la contienda del 68,   Martí comprendió que la nueva guerra había que dirigirla de otro modo y  para ello concibió y organizó el Partido Revolucionario Cubano, eficaz instrumento para forjar la necesaria e imprescindible unidad y para dirigir la lucha con criterio político.

Ese Partido, constituido en las filas de la emigración en Estados Unidos primero, y con representación, más tarde, en suelo patrio, se propuso alcanzar no solo la independencia de Cuba, sino también la de Puerto Rico.

Corrían  tiempos difíciles. Apenas un mes antes, tres buques con armas, fletados por el exilio revolucionario para iniciar “ la guerra necesaria ” , se confiscaron en el puerto de La Fernandina por las autoridades norteamericanas, en abierta complicidad con el colonialismo español.

No obstante, ya a finales de febrero se combatía en la antigua provincia de Oriente. En occidente no fructificó el alzamiento por problemas organizativos. Y en  Camagüey la indecisión de algunos líderes frenó la combatividad popular, aunque no por mucho tiempo.
En abril, prácticamente sin recursos,  desembarcaron en la Isla los Maceo. Poco después lo harían  Gómez y Martí.

La sola presencia del dominicano en  Camagüey desbordó a todo el pueblo hacia la manigua. Pronto en Las Villas flamearía también la bandera insurrecta. Occidente se incorporó a la lucha mediante la heroica invasión mambisa.

Escasamente armada, una población  de apenas un millón de habitantes se enfrentó a un ejército moderno y pertrechado, más numeroso aún  que el que había tenido la propia España en las guerras de independencia de Sudamérica.

Un pueblo de hombres enteros, como los calificara Martí, "convencidos de que en la conquista de la libertad se adquieren, mejor que en el abatimiento, las virtudes necesarias para mantenerla".

A 115 años del alzamiento del 24 de febrero, ese mismo  pueblo  se yergue hoy  con dignidad  frente a las dificultades y las amenazas del Imperio, con la misma entereza y disposición  demostrada por los mambises  en la manigua insurrecta.

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